Bisuyu (Fotu: Cangas del Narcea: la Asturias por descubrir) |
Bajaba
el Sr. Kleiser, con su acompañamiento, del pueblo de San Pedro de
las Montañas, en dirección al de Besullo, cuando, al pasar por
frente al del Pumar, fue gratamente sorprendido, igual que su
séquito, por las grandes detonaciones producidas por incesantes
disparos de armas de fuego, con que los vecinos de este último
pueblo, que no habían podido ir a Besullo, le saludaban; a cuyo
entusiástico saludo el Sr. Kleiser y sus acompañantes contestaron
de la única manera que la larga distancia lo permitía; con el mudo
y expresivo lenguaje de sus respectivos pañuelos de mano. Saludo tan
inesperado como simpático y conmovedor fue altamente apreciado por
el Sr. Kleiser, quien manifestó que jamás se borraría de su
memoria.
¡Bien
por el pueblo del Pumar que, por modo tan inusitado, supo expresar
sus verdaderos amores a su futuro Diputado a Cortes!...
Zreicéu (Fotu: Cangas del Narcea: la Asturias por descubrir) |
A
la entrada del honrado, laborioso y hospitalario pueblo de Besullo,
aguardaban al Sr. Kleiser muy nutridos grupos de hombres de dicho
pueblo y de los de El Otriello, El Pumar, Irrondo, San Romano,
Cerecedo, Cubo de Puerto y Caserío de Leirón y le esperaban,
también, los simpáticos jóvenes cangueses D. Siro Arias, D. Jaime
Graña Valdés y D. Nicolás y D. Luis S. Cantón y Llanes.
No
pudo ser anunciada la llegada del Sr. Kleiser, con el estampido de
los cohetes; porque, a pesar de haber sido comprados por los aldeanos
al Piroctécnico de de esta villa «Cantarín», dejándoselos pagos,
lo cierto es que no llegaron para el objeto a que estaban destinados;
sin que sepamos hasta la fecha la causa de que los voladores no
hubieran llegado a su debido tiempo. ¿Tendrá conocimiento de esta
causa el indicado Piroctécnico?...
No
obstante, tremendas descargas de tiros substituyeron a los cohetes,
y, en medio de estas descargas, del sonido alegre de las gaitas y de
unánimes atronadores «vivas» al Sr. Kleiser, hizo éste su
triunfal entrada en el pueblo de Besullo.
La
espaciosa Plaza estaba cuajada de gente poseída de un mismo
sentimiento, del sentimiento de amor, que es el más delicado y
nobilísimo de todos los sentimientos humanos, hacia el futuro
diputado. Ni en la fiesta de Nuestra Señora de Las Veigas, que es la
que desde inmemorial tiempo viene celebrándose en Besullo con las
mayores pompa y solemnidad, pudieron verse tantas almas reunidas en
el mentado sitio.
Don
Ceferino Arias, poseído de verdadero entusiasmo y de verdadera fe
por la causa del Kleiserismo, hizo, en un hermoso discurso, la.
presentación del señor Kleiser como candidato para Diputado a
Cortes por el distrito de Cangas de Tineo; obteniendo grandes
aplausos de aquella muchedumbre.
Verdad
es, que el Sr. Arias estuvo a punto de ser interrumpido en su
discurso por el vecino de esta villa y concejal del Ilustre
Ayuntamiento de la misma D. César de Llano, que se hallaba allí
presente -también dejáronse ver el ex cabo de Municipales y el cabo
de Barrenderos- y manifestó que iba como Delegado de la Autoridad;
pero no es menos verdad que aquel conato de interrupción desagradó,
por completo, a todos los presentes y que la prudencia se sobrepuso.
¡Cuantas feas acciones se llevan a cabo en el mundo!...
Tomó,
seguidamente, la palabra el señor Kleiser, pronunciando un discurso
realmente maravilloso, tal vez el mejor de cuantos haya pronunciado,
que fueron muy muchos, en su visita por los pueblos del Distrito, y
lo pronunció con tal vehemencia, con tal energía, con tal
exuberancia de amor para con aquellas gentes, poniéndolas de relieve
el grandísimo malestar en que se encontraban, el punible abandono en
que yacían por parte de los llamados a mirar cuidadosamente y con
esmero por .sus intereses y la verdadera ansiedad que él tenía de
remediar sus males, que el auditorio, todo oídos, hallábase tan
pendiente de los labios del orador, que ni siquiera pestañeaba, ni
respiraba apenas. Estruendosos y prolongados aplausos y los «vivas»
mas ensordecedores y entusiásticos al futuro diputado Sr. Kleiser,
formaron la brillantísima corona de su discurso.
Acto
seguido, comenzó a hablar don César de Llano... Su entrecortada voz
no nos permitió oír las pocas palabras que pronunció... Una
general sonrisa de los circunstantes nos distrajo... Volvimos al
instante de nuestra distracción... Ya no hablaba el D. César...
Entre
los incesantes aplausos y «vivas» de aquel inmenso gentío, el Sr.
Kleiser y su comitiva, accediendo gustosos a la fina invitación que
el dignísimo y respetable Sr. Párroco de Besullo les había hecho,
fueron a comer del medio día a la casa de éste. Durante la comida,
que tuvo honores de verdadero banquete y en la cual no faltaron el
excelente vino, el riquísimo café y los magníficos cigarros, reinó
la mayor animación y la alegría más franca y cordial.
Puestos
en marcha el Sr. Kleiser y su séquito, con dirección al pueblo de
Irrondo, toda aquella masa de gente, en la cual el entusiasmo habíase
desbordado, acompañó a aquél, precedida de gaitas, hasta las
afueras del pueblo, repitiéndose, sin cesar, los referidos «vivas».
Sin embargo, un grupo numerosísimo de hombres con don Eugenio Arias
Llano, pariente del D. César, a la cabeza, continuaron hasta el
indicado pueblo de Irrondo, y, desde este pueblo, al de San Romano,
donde fueron todos obsequiados muy atentamente con
riquísima cerveza por el simpático D. Constantino Llano, vecino de
este pueblo. Desde este punto los acompañantes de Besullo,
regresaron a sus respectivos lares.
¡Bien,
muy bien, por los entusiastas y decididos habitantes de la parroquia
de Besullo, que, con la magnífica actitud, jamás bastante alabada,
que mostraron con motivo de la visita del Sr. Kleiser, dieron una
prueba gallarda y pública de que tienen verdadera conciencia de que
son libres, de que obran con entera libertad y de que nadie,
absolutamente nadie, podía conseguir llevar en su día a las urnas a
ninguno de dichos habitantes, como se lleva a un borrego al sitio que
se quiera!...
Besullo
no es «feudo» de nadie. Está emancipado de todo yugo feudal. Es
libre; completamente libre. ¡¡Viva Besullo!!
(El
testu pertenez al númberu 350 del periódicu "El Narcea", del 26-10-1912)
No hay comentarios:
Publicar un comentario