lunes, 13 de febrero de 2012

Viaje en el tiempo 2 (III): Esperando el autocar

Capilla y barrio de Ambasauguas (Foto: Carlos Tornadijo)
Advierto que transcurre la mañana tontamente, y que la pierdo, pues en este pueblo no hago nada, sólo retrasar el tiempo en mi proyectado itinerario. Alguien me insinúa que "pare" camiones; es el consabido auto-stop, pero yo, repleto de complejos hasta los codos, no me decido. Son camiones que están en continuo hormigueo -es la palabra exacta- hasta las minas de carbón que hay en Rengos.
Pasó ya la mañana. No llueve ni hace sol. La gente camina por las calles húmedas y en alguna plazuela hay campesinos ofreciendo frutos, hortalizas, granos; es el consabido mercado callejero junto a tiendas sacando sus mercancías hasta las aceras. Me acerco a la capilla de Ambasaguas -se juntan allí dos corrientes de agua y de ahí el nombre- porque me habían indicado que era antigua; no pude entrar, y exteriormente no me es posible apreciar en ella nada de interés.

Resulta raro por variopinta esta Cangas del Narcea en que me encuentro. Veréis, hay escudos antañones, vetustas paredes y tejados de pizarra con moho o musgo en abundancia, pero hay también cafés, cafeterías y droguerías, voceando el último grito de los mosaicos, de los hierros, de los colorines, en fin, de la decoración más "novedosa". Al lado de casas viejísimas -con sus peculiares corredores y todo- hay casas modernas en su concepción exterior. Se aprecia en la arquitectura general del pueblo cierto desajuste o desquilibrio; nosotros hubiéramos preferido que estas dos versiones urbanas tuvieran su propia vida en zonas independientes. Noto que algunos comercios de Cangas conservan su tufillo americanista.

Para entrar en el bar hay que bajar unos escalones; su dueño es parlanchín y me da la impresión de que también anduvo por las Américas; de vez en cuando atiende a algún parroquiano -campesino o trabajador- que pide un vaso de vino y con el que siempre, de manera inexcusable- cruza alguna frase: “¿Arreglaste el molino?” “Vendiste la vaca?” “Estuvo ayer aquí tu primo Celedonio”; y así sucesivamente

Podemos anotar algún refrán más de los que se dicen en este concejo, por ejemplo: “Encarnao pa Burón, sol a trompón, por la tarde sí, de mañana non”; “Cuando el picu Monrrodio se cubre de niebla, ta el tiempu de vuelta”, siendo Monrrodio un monte cercano a Escrita, parroquia de Coto; este otro que alude a varios pueblos: “Pandiello y Folguerúa, Sestorraso y La Pescal, son cuatro pueblinos que no comen pan ni sal”; y: “Si vas a Besullo, lleva mendrugo”, queriendo decir que allí no encontrarás quien te lo dé.

Iníciase, pues, la tarde sin el estorbo de nubes, tarde descotada, con limpia y frescachona claridad. Por aproximarse la hora de salida de algunos coches, comienzan a merodear los viajeros por delante del bar - un espacio irregular con algunos raquíticos  y esparcidos árboles sin ningún orden-; en un portal está el hombre que vende los billetes, lo que hace con desgana, nacida, parece que de vagancia.

Llegan dos autocares y cada viajero ha de cerciorarse de cual es el que le corresponde; los autocares son viejos, están derrengados, y quizás por ello los chóferes examinan los sospechosos motores antes de ponerlos en marcha. Ocupo mi lugar; no hay mucho apuro, pero tampoco escasez tal de viajeros que permita la elección del asiento; abundan las mujeres con sus sacas y bolsas rebosantes de mercancías tan valiosas para ellas.

(Texto  perteneciente a la segunda parte de "Ruta: Sudoeste de Asturias", de Luciano Castañón -RIDEA, 1965-)

1 comentario:

El chapras dijo...

Muy interesante,describe bastante bien las cosas,y casi sin echar pestes contra nadie ni nada, así da gusto.