Lo malo no es que arda el brezo, porque en unos años vuelve a estar igual que estaba, sino que siempre cae algún roble extra de la periferia, que había tardado veinte años en crecer. Dicen que cada vez hay "más monte" pero las escobas, el brezo, los tojos y los piornos no tienen el valor que tiene la arboleda, de la que cada vez va quedando un poco menos, incendio tras incendio.
Las imágenes hablan por si solas. Una pena que nos carguemos la naturaleza sin sacarle ningún provecho e hipotecando el paisaje, que es una de las pocas empresas que nos quedan.
2 comentarios:
Lo malo no es que arda el brezo, porque en unos años vuelve a estar igual que estaba, sino que siempre cae algún roble extra de la periferia, que había tardado veinte años en crecer. Dicen que cada vez hay "más monte" pero las escobas, el brezo, los tojos y los piornos no tienen el valor que tiene la arboleda, de la que cada vez va quedando un poco menos, incendio tras incendio.
Las imágenes hablan por si solas. Una pena que nos carguemos la naturaleza sin sacarle ningún provecho e hipotecando el paisaje, que es una de las pocas empresas que nos quedan.
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